Las labores de poda en nuestro viñedo suelen comenzar en enero, cuando la savia de la vid está en reposo, concentrada en el tronco y sus pámpanos ya están agostados o secos. Poco a poco se van eliminando los sarmientos, los tallos en los que hasta hace poco había hojas, y se dejan solo las yemas (entre 10 y 12 por cepa, como establece el Consejo Regulador de Rioja). Asimismo, se sellan los cortes para evitar las enfermedades. Esta labor ayuda a revitalizar la vid, que crecerá fuerte y vigorosa.
Cada año, nuestro jefe de campo, Jose Lopes, y todo su equipo vigilan que las cepas se formen correctamente de manera que haya un buen flujo de savia hacia todos los puntos de la cepa cuando la vid despierte en primavera y, además, que el número de yemas sean el adecuado. De esta manera también se minimizan las posibles podas en verde, que consiste en retirar los racimos verdes sobrantes al final de la primavera, una vez la vid ha brotado.
Es un trabajo crucial en el viñedo, laborioso y completamente manual, que lleva a cabo manos expertas. Las jornadas de trabajo comienzan cuando sale el sol, por lo que a media mañana se suele organizar un pequeño almuerzo en la viña. Curiosamente, a estos tentempiés se les conocen como «diez» o «las diez» en La Rioja, posiblemente porque coincide con la hora a la que se suele parar unos minutos.
Los ingredientes para un buen almuerzo
Pan y vino, una buena gavilla con sarmientos para reducirlos a brasas, sal y un poco de carne. No se necesita más. En La Rioja, la receta más tradicional es la de las chuletillas de cordero asadas al sarmiento, que son una pieza clave de nuestra gastronomía. Con los restos de la poda de otros años se forman fajos de ramas de la vid, conocidas como gavillas, que se reducirán hasta que se conviertan en brasas. Antes de que se consuman, se quema y limpia la parrilla con el fuego que se ha formado y, mientras tanto, se va preparando la carne que se va a asar, que además de las chuletillas, pueden ser panceta o careta, entre otros. Se da la vuelta a la parrilla para que se ase bien por los dos lados y se añade la sal al final para evitar que se reseque. Se trata de una receta sencilla con la que entrar en calor y recuperar energía para continuar con el duro trabajo de la poda.