El buen viñador poda en enero y cava en febrero. Este antiguo refrán español nos habla de la tradición, que desde hace centenares de años se desarrolla en el viñedo riojano, la poda de invierno, que tradicionalmente es una labor fundamental en el cuidado de la viña.
En estos primeros días de enero hemos iniciado la poda en nuestra finca “Viña Lanciano”. La vid es una planta trepadora y de crecimiento ilimitado, por lo que si lo que se buscan son uvas sanas y maduras, se requiere un control preciso. En esta época, en pleno invierno y hasta marzo, se realiza la labor de poda. Se trata de una de las labores más importantes en el cultivo de la vid, pues si dejamos crecer la planta libremente, desarrollará un tronco muy largo con unas uvas totalmente desequilibradas, no aptas para los vinos de calidad que buscamos en LAN.
Para realizar la poda de invierno, es necesario esperar al llamado “reposo vegetativo o reposo invernal”, es decir, el periodo en el que la planta baja su actividad, hace su crecimiento más lento o incluso lo detiene. En el caso de los viñedos, desde la caída completa de las hojas hasta el inicio de actividad de las yemas. Este reposo ocurre en esta época del año porque las bajas temperaturas hacen que la savia se pare en la planta y deje de circular.
Es necesario que la madera se encuentre bien lignificada, es decir el pámpano verde se “maderice” transformándose en sarmiento. Es en este momento cuando podemos empezar esta labor. En Viña Lanciano esta segunda semana de enero hemos comenzado con la “prepoda”: se trata de cortar los sarmientos dejando 5 o 6 yemas para facilitar la poda de invierno y así conformar el típico vaso de Rioja.
Además de estos trabajos de “prepoda” hemos analizado muestras de estiércol para elegir el más adecuado para nuestra finca, dado que al ser un terreno tan pedregoso y con gran cantidad de arena, necesita este aporte para mejorar la textura y microbiología del suelo siguiendo con nuestra filosofía de viticultura sostenible.